La idea de que el software puede tener dueño es dañina en tres niveles. Materialmente dañina en tres niveles, y cada nivel de daño material tiene un daño espiritual asociado.
El primer nivel es simplemente que desincentiva el uso del software. Menos gente lo usa, pero no es más barato hacer software que menos gente use. Por ejemplo, si la mitad de la gente usa un software porque tiene un precio, la mitad del software se pierde. La misma cantidad de trabajo necesaria para producirlo causa sólo la mitad de bienestar.
De hecho, no hay que hacer nada para que un programa le llegue a la gente que quiere usarlo, porque ellos mismos lo pueden copiar perfectamente, y a todo el mundo le va a llegar. Lo único que tienes que hacer es dejar que la gente haga lo que siempre hace. Pero en la práctica hay alguien que trata de impedir que el software se reparta, cobrando un precio por él.
Ahora, ya que hay que pagar por el software, obviamente no se dice "yo quiero tener el software, y a mi vecino le gustaría tener el software, dame una copia para mí y otra para mi vecino". Simplemente "dame una copia para mí". Y ese es el daño espiritual: la actitud de decir "ni ahí con mi vecino, dame una copia para mí".